“Marcha de la Generación Z”: la oposición recicla causas juveniles para disfrazar su falta de rumbo

Lo que prometía ser una movilización espontánea de jóvenes inconformes con la situación del país terminó exhibiendo la crisis moral y política de la oposición. La llamada “Marcha de la Generación Z”, presentada como una expresión ciudadana independiente, resultó tener entre sus principales organizadores al exdiputado priista José Alfredo Femat Flores, un político de vieja escuela que simboliza todo lo que esta generación dice rechazar.
La revelación desmorona el discurso de autenticidad con el que la oposición intentó vender la marcha. No se trató de una protesta genuina, sino de un intento desesperado por apropiarse del lenguaje juvenil para oxigenar estructuras partidistas en decadencia. Usar la imagen de la “Generación Z” como bandera de renovación, mientras detrás operan figuras del PRI y del PAN, es una burla a la inteligencia de los jóvenes y una muestra del oportunismo que domina a los partidos tradicionales.
La estrategia opositora vuelve a caer en el mismo error: subestimar la capacidad crítica de la sociedad y creer que basta un hashtag o un eslogan para construir legitimidad. Los jóvenes, sin embargo, no buscan ser usados como herramienta de marketing político, sino exigir coherencia, transparencia y resultados.
Con esta maniobra, la oposición exhibe que no ha entendido el mensaje de las urnas ni el reclamo social: sigue anclada en el pasado, sin discurso propio ni liderazgo real. Mientras Morena capitaliza su narrativa de transformación, los partidos tradicionales recurren al disfraz de la “rebeldía juvenil” para simular vitalidad.
La “Marcha de la Generación Z” no fue un despertar ciudadano, sino otro intento fallido de la oposición por fingir cercanía con un país que ya no le cree. Y el costo político, una vez más, lo pagan los jóvenes engañados.






Redacción Paralelo 19




