Violencia descontrolada exhibe abandono oficial en el tianguis regional de Atlixco

En menos de una semana, el tianguis regional de Atlixco, ubicado en las inmediaciones de la colonia Álvaro Obregón, volvió a ser escenario de violencia, revelando un problema ya estructural: la ausencia de orden, supervisión y autoridad efectiva en uno de los mercados más concurridos del municipio. Las dos riñas registradas ocurrieron en zonas distintas del tianguis, pero bajo la misma lógica: disputas por espacio, tensión entre comerciantes y falta de intervención preventiva por parte del gobierno municipal.

El primer incidente se originó en la calle 3 Norte, frente a una vivienda que desde hace meses reporta invasión constante de su entrada por parte de comerciantes ambulantes. De acuerdo con testigos, la discusión inició cuando los vendedores intentaron instalarse nuevamente frente a la cochera del domicilio. Los reclamos subieron de tono hasta terminar en empujones, golpes y la intervención tardía de la Policía Municipal. Aunque la autoridad acudió minutos después, vecinos aseguran que no hubo sanciones reales y que el problema se repite cada semana.

La segunda riña ocurrió días más tarde sobre la calle 5 Poniente, en el corredor donde se concentran los vendedores de ropa y artículos domésticos. Ahí, dos grupos de comerciantes se enfrentaron por la apropiación de un espacio tradicionalmente disputado. Gritos, manotazos y hasta golpes con objetos improvisados obligaron a que los propios locatarios solicitaran auxilio, mientras los compradores se retiraban apresuradamente ante el temor de una escalada mayor.

Estos episodios no son aislados; son el reflejo del abandono institucional de un tianguis que mueve miles de personas y recursos cada semana. A pesar de los constantes reportes ciudadanos sobre invasión de accesos, faltas administrativas y violencia, el municipio sigue actuando solo después del conflicto, sin estrategias de prevención ni regulación clara.

Atlixco necesita algo más que patrullas que lleguen tarde: requiere reglas firmes, vigilancia constante y una autoridad que asuma su papel antes de que el tianguis se convierta en un foco permanente de riesgos para comerciantes y familias.