Balcanes; tierra de nadie, literatura de todos
Por: Javier Gutiérrez Lozano
Según algunos expertos en materia de Relaciones Internacionales, el centro del mundo se encuentra en los Balcanes, la región que, desde tiempos inmemorables era considerada el puente entre Oriente y Occidente. Esta aseveración geográfica fue determinada desde la época cumbre de la ruta de la seda y también en el esplendor del Imperio Romano. Sin embargo, hoy en día esta zona ubicada en el Este de Europa, es más bien vista como el flanco de la otredad, el Occidente olvidado, la otra Europa, el Este que es en realidad, aquel. Los países que en algún momento conformaron Yugoslavia y unos a cuantos más que, en realidad no hallan una ubicación específica, son considerados parte de los Balcanes. Y lo cierto es que, en todo este enredo y confusión, nadie se ha puesto de acuerdo para saber qué países de manera definitiva e irrefutable conforman los famosos Balcanes.
Si mi palabra tuviese un valor geográfico, con esta pasión que me domina desde la infancia, yo pensaría que existen seis países balcánicos indudablemente, y algunos más que se agregan por su cultura, mas no por sus políticas eurocentristas construidas por el federalismo de la Unión Europea. En ese sentido entonces tenemos, sin cuestionamientos, a las ex repúblicas que conformaron Yugoslavia (Serbia, Montenegro, Croacia, Bosnia, Eslovenia, Macedonia y la no siempre reconocida Kosovo), y sumándose de pronto, sobre todo en el hallazgo cultural, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania y Grecia. No obstante, allí todo es un bemol, una acotación o un paréntesis; en los Balcanes siempre se necesita una excepción para todo. Para los occidentales pareciese que esto no es Occidente, y para los orientales, dista mucho del verdadero Oriente. Y entonces, ¿qué son los Balcanes? ¿De quiénes hablaremos en esta columna? Pues, como lo dijo el cineasta bosnio Danis Tanović, los Balcanes son el “No man´s land”, la tierra de nadie, mismo nombre que se le da al espacio que divide una trinchera de otra, como en las tantas guerras que ha devastado a esta zona.
Ahora bien, me pregunto yo mismo, ¿la tierra de nadie? De alguien debe ser esta región conformada de seis o doce países, nueve idiomas, cinco religiones y una docena de etnias. O quizás, mejor dicho, sea esta la tierra de Ivo Andrić, Premio Nobel de Literatura de 1961. Tierra de Danilo Kiš, heredero de la magia metafísica de Borges según expertos. Tierra también de Goran Petrović y Milorad Pavić, precursores del realismo mágico en la ex Yugoslavia. Este suelo debiese ser visto como aquel que vio nacer a Vasko Popa, fundador de uno de los festivales de poesía más importantes en el mundo y grandísimo consejero del Premio Nobel mexicano Octavio Paz. Geografía que dio vida a Desanka Maksimović e Izet Sarajlić, los poetas testigos de las grandes guerras en Europa, y por supuesto también, la tierra originaria del gran difusor del surrealismo en la poesía norteamericana, el recién fallecido Charles Simic a quien tuve la oportunidad de traducir en vida.
La tierra de nadie que Occidente niega y que Oriente aleja, se pronuncia con apellidos como Vinaver, Bor, Kocbek, Kovačić, Ristić, Dučić, Ćopić, Rakić, Dis o Jakšić. Pero también con los tantos nombres y apellidos que han hecho que esta región se mantenga en pie y con vida a pesar de haberse visto semidestruida dieciséis veces en la historia por motivo de la guerra. No olvidemos que para los internacionalistas el siglo XX comenzó en los Balcanes con el asesinato del archiduque austrohúngaro Franz Ferdinand a manos del serbio Gavrilo Princip. Y también culminó con el genocidio de Srebrenica en 1995 comandando por un profesor de poesía llamado Radovan Karadžić, o con el bombardeo de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) a Serbia entre marzo y junio 1999. Lo cierto es que, si el mundo tiene un centro, quizás sea éste, el epicentro del sismo de la Primera Guerra Mundial, el secreto aún guardado de la Segunda, el Oriente que no es Oriente, el Occidente refutado, el rock que no fue rock, y el comunismo más cercano al capitalismo. Los Balcanes son la tierra de nadie que es de su gente, de su arte y su literatura.