El INAH revela hallazgo de tumba milenaria en Ixcaquixtla

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, en colaboración con expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), está llevando a cabo la exploración de una tumba de tradición mixteco-zapoteca que ha permanecido intacta durante más de 1,500 años. Esta tumba resguarda los secretos de un ritual de culto a los ancestros, posiblemente celebrado por un linaje de comerciantes-guerreros.

El contexto funerario estuvo oculto bajo una calle en el centro de la localidad durante siglos. Fue descubierto cuando se realizaron trabajos de urbanización y el equipo del presidente del Ayuntamiento, Santiago Miranda de Aquino, notificó al Centro INAH Puebla, que comisionó un equipo de arqueólogos y antropólogos físicos en septiembre de 2023.

El arqueólogo Alberto Diez-Barroso Repizo coordina el grupo de especialistas. San Juan Ixcaquixtla, ubicado en una loma que domina un valle, se construyó sobre un impresionante sitio arqueológico. El mayor de los montículos, conocidos como “teteles” en la Mixteca Baja, se encontraba en el centro de la cabecera municipal.

Los hallazgos continúan durante excavaciones y obras de infraestructura. En 2004 se registró la Tumba 1, con tres cámaras y una pintura mural extraordinaria, y hace una década, en 2013, se encontró otra tumba en una calle lateral al mercado municipal.

Con el descubrimiento de esta nueva tumba, se han encontrado tres complejos funerarios en el corazón de San Juan Ixcaquixtla. Al encontrarse inalterada, proporcionará un mayor conocimiento sobre los rituales funerarios en el asentamiento prehispánico, según el coordinador del rescate arqueológico.

Hasta el momento, se han identificado dos cámaras de 4 por 2 metros como parte de un complejo funerario mayor, que contenían tres entierros con los restos óseos de al menos 20 individuos.

El equipo de investigación, liderado por la antropóloga física Dioselín García Díaz y los arqueólogos Alexis Daniel Rodríguez Olivarez y Gibrán Alejandro Martínez González, ha recuperado los entierros y sus ofrendas asociadas. Estas ofrendas incluyen 150 vasijas cerámicas, un hueso humano tallado, un hacha votiva y tres yugos de tradición mesoamericana, que se encontraron en la segunda cámara mortuoria.

Según Alberto Diez-Barroso, la forma y decoración de las vajillas cerámicas sugieren que el contexto funerario corresponde al periodo Clásico mesoamericano (100-650 d.C.). Los entierros forman parte de una tradición mortuoria en la que se creaban espacios para la deposición de múltiples individuos, posiblemente parte de un linaje de comerciantes-guerreros, lo que indica un ritual de culto a los ancestros.

El director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, destaca la importancia de preservar el patrimonio arqueológico del municipio para conservar la historia e identidad de la comunidad. La investigación se completará una vez que se haya explorado todas las cámaras que conforman este complejo mortuorio, que podrían ser al menos tres.

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