MS-13: La expansión transnacional de una organización criminal peligrosa
La Mara Salvatrucha, conocida como MS-13, ha evolucionado desde su fundación en los años 80 en Los Ángeles, California, hasta convertirse en una de las organizaciones criminales más temidas de América Latina y Estados Unidos. Su impacto transnacional ha generado una creciente preocupación tanto en los gobiernos de la región como en las autoridades internacionales. La influencia de la MS-13 se ha extendido por al menos cinco países, incluyendo Estados Unidos, México, El Salvador, Guatemala y Honduras, consolidándose como una amenaza multifacética.
Orígenes y expansión internacional
La MS-13 nació en la zona de Rampart en Los Ángeles cuando un grupo de salvadoreños emigraron a Estados Unidos durante la guerra civil en El Salvador en los años 80. En sus inicios, estos migrantes se unieron a la Mafia Mexicana, adoptando el número 13 como símbolo de su identidad, y formaron lo que sería la base de la pandilla. A lo largo de las décadas, su influencia se ha expandido en diversos países, especialmente en Centroamérica, donde la violencia y la desintegración social han facilitado su crecimiento.
Este fenómeno no solo se limita al ámbito criminal, sino que también está vinculado a profundas desigualdades sociales y una falta de contención institucional en los países afectados. Las maras han reclutado a jóvenes y niños provenientes de contextos marginales, quienes, al no encontrar alternativas de desarrollo, se ven atraídos por el poder y la protección que les ofrecen estos grupos delictivos.
Conexiones con el narcotráfico y la migración
En su expansión hacia México, la MS-13 ha establecido alianzas con cárteles de narcotráfico, consolidándose como un actor clave en el tráfico de drogas y la extorsión de migrantes. En el sur del país, particularmente en Tapachula, Chiapas, los miembros de la pandilla han comenzado a cobrar “protección” a los migrantes que atraviesan México con rumbo a Estados Unidos, utilizando la conocida ruta del tren de carga “La Bestia”. Aquellos que se niegan a pagar son a menudo víctimas de violencia extrema, incluido el asesinato.
La relación de la MS-13 con los narcotraficantes de México les ha permitido diversificar sus fuentes de ingresos, ya que controlan rutas migratorias y participantes en el tráfico de drogas. Sin embargo, también han causado una fuerte desestabilización en las comunidades que atraviesan, con el asesinato de rivales y miembros de la misma pandilla que intentan huir de la violencia.
La intervención de las autoridades y el caso de Celaya
En 2014, la MS-13 comenzó a asentarse en México, específicamente en la ciudad de Celaya, donde fue liderada por figuras clave como Hugo Armando Quinteros Mineros, alias Flaco , y Francisco Javier Román Bardales, alias Veterano . Este último uno de los 10 prófugos más buscados por la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) y localizado en territorio mexicano por elementos del Gabinete de Seguridad en este mes de marzo.
Estos pandilleros llegaron a México enviados por la Ranfla Nacional (un órgano que integra a los líderes veteranos en las prisiones), la estructura de mando de la pandilla. Esta expansión se produjo en un contexto de creciente violencia en El Salvador, donde el gobierno implementaba medidas extraordinarias para contrarrestar el poder de las maras, especialmente en las cárceles.
Aunque las autoridades mexicanas han intensificado sus esfuerzos para frenar la presencia de la MS-13 en el país, el desafío persiste.
Impacto en las familias y la sociedad
El auge de la MS-13 ha provocado la desintegración de miles de familias en Centroamérica, donde los niños y jóvenes crecen en hogares encabezados por abuelos u otros familiares. La migración de los padres, en busca de mejores oportunidades, ha dejado a muchos de estos jóvenes desatendidos y vulnerables a la captación por parte de las pandillas, que se presentan como un espacio de pertenencia y protección. Este ciclo perpetúa la violencia y la inseguridad en la región, alimentando la expansión de la MS-13.
En el contexto de esta historia criminal, el presidente del Salvador, Nayib Armando Bukele en su cuenta de “X” antes Twitter, señaló que en México, los estados con poblaciones similares o incluso menores siguen sufriendo altos índices de violencia sin soluciones efectivas a la vista y destacando que en su país se ha implementado medidas drásticas para mejorar la seguridad y reducir la delincuencia.
La respuesta de la presidenta fue
No entraré en debate con Bukele, podríamos hacerlo. La forma en que ellos afrontan la violencia, le pido respeto”
Pero la realidad es que La MS-13 sigue siendo una de las amenazas más graves para la seguridad en América Latina y Estados Unidos. Su capacidad para operar de manera transnacional, su relación con el narcotráfico y su habilidad para atraer a jóvenes vulnerables continúan representando un desafío significativo para las autoridades.
Fuente: BBC, Universidad Nacional de la Plata (boletín), Portal gobierno de México.