Navidad: la política que se construye caminando

La Navidad siempre llega con una pausa obligada. No solo para cerrar ciclos, sino para mirar con calma lo que se hizo, cómo se hizo y, sobre todo, con quiénes se hizo. En política, como en la vida, nada se construye en solitario.
Hoy quiero empezar agradeciendo al equipo. A quienes caminan, organizan, escuchan, gestionan y sostienen el trabajo cotidiano sin reflectores. El trabajo en campo no solo construye resultados; construye vínculos, amistades, confianza. Y eso, en tiempos donde la política suele reducirse a números y percepciones, vale más que cualquier estrategia de escritorio.
El territorio enseña cosas que ningún análisis digital puede explicar. Enseña a escuchar sin prisa, a entender realidades distintas, a reconocer que cada colonia, cada barrio y cada comunidad tiene su propia historia. El trabajo realizado en campo no es solo una tarea política: es una forma de relacionarse con la gente desde la honestidad y el respeto.
Y en esta época también vale la pena decirlo con claridad: los espectaculares no votan. Las bardas no escuchan. Las campañas costosas no sustituyen el contacto humano. La política no se gana desde la altura de un anuncio, sino desde el nivel de la calle. Quien cree que el poder se construye a base de publicidad termina desconectado de la realidad.
La política verdadera se hace caminando, recorriendo, escuchando, equivocándose y volviendo a intentar. Así se ha hecho siempre. Así se construyen liderazgos reales, no artificiales. El ejemplo más claro lo tenemos en Puebla: el gobernador Alejandro Armenta no llegó por una ocurrencia ni por una campaña vacía. Llegó después de casi 30 años de caminar el estado, de conocerlo palmo a palmo, de escuchar a su gente. Hoy es gobernador porque entendió algo esencial: el poder no se impone, se gana.
Esta reflexión navideña también es un recordatorio de hacia dónde queremos ir. La política que vale la pena es la que se hace con constancia, con trabajo silencioso, con equipos comprometidos y con una visión clara de servicio. No se trata de figurar, se trata de servir.
Cerramos el año agradeciendo lo construido, reconociendo lo aprendido y con la convicción de que lo que viene debe seguir haciéndose desde el territorio. Con humildad, con cercanía y con la certeza de que ningún anuncio sustituye una mano extendida ni una escucha honesta.
Que esta Navidad nos recuerde que lo importante no es cuánto se ve, sino cuánto se camina. Y que la política, cuando se hace bien, también construye comunidad.





Nora Escamilla




