De los Revolucionarios y sus Reaccionarios…
Por Horacio Cano
“Quien avanza hacia atrás, huye hacia adelante. Que las espantadas de los reaccionarios no os cojan desprevenidos” Antonio Machado
Hoy me preguntaba mi hija, papá ¿quién ganó la revolución mexicana? Siempre que me hace preguntas pienso bien la respuesta, creo que implica una gran responsabilidad responderle a tu hija de ocho años. Más que una respuesta, le narré en pocas palabras los hechos para llegar al que en primera instancia creo que resultó victorioso. “Pues en un primer momento ganó Francisco I. Madero, luego lo mataron, después en realidad se mataron entre todos y después de muchos años el que salió victorioso fue…Plutarco Elías Calles”. Mi hijo de 6 años, sagaz como él solo, preguntó, y ¿por qué ganó?. Mi respuesta fue: “porque fue el que institucionalizó la revolución” después me preguntó: “¿como es eso de institucionalizar?”, pero esa es otro cuento, el caso es que como buen aprendiz de la historia oficial, esa tan criticada, pude salir avante con esa respuesta. Cuando renegaba de esa historia que nos enseñaron en la primaria un amigo en tono de regaño me decía: “¡Horacio: México necesita héroes, necesita a quien admirar, necesita esa narrativa!” Hoy le doy la razón. Entre otras cosas, sin esa historia oficial no habría salido avante de esta charla con mis hijos.
Quizá el tener una Constitución de corte social, de las primeras en el mundo; el reparto agrario que a tantas familias benefició (aunque también perjudicó); el darle cause al movimiento revolucionario conforme a la ley. Pero sobre todo fue la creación de una historia que entrara en una narrativa de país, en la que Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, aunque sus ideas fueran totalmente opuestas, los uniera el estar del lado de los ganadores. Esa narrativa que consolidó nuestra patria, que nos hace gritar a todos los mexicanos al unísono ¡Viva México! cada 15 de septiembre por la noche, desfilemos el 20 de noviembre festejando la revolución o digamos ¡Viva Juárez! Cada 21 de marzo.
Y así ha sido, desde tiempos de Plutarco Elías Calles, desde que la revolución se institucionalizó, su base fue la educación y por lo tanto, la historia se institucionalizó. Los mexicanos tenemos un credo y un calendario patrio. Creemos en el “padre” de la patria, “los niños” héroes, “el siervo de la nación”, “el benemérito de las américas” y demás personajes que por cierto a muchos admiro profundamente. Quizá por cuestión de espacio en los libros se han quedado fuera, a pesar de estar del lado de los ganadores: Melchor Ocampo, López Rayón o Francisco J. Mújica. Los reaccionarios del siglo XX, nunca entendieron que debían ser proactivos o no tendrían capacidad de trascender y no estarían del lado correcto de la historia. Los que lograron ya en el siglo XXI acceder al poder, nunca se preocuparon por cambiar la narrativa de nuestra patria que tenemos la gran mayoría de mexicanos.
Escuchaba a la gran Beatriz Paredes, en el panel que organizó la COPARMEX por su 90 aniversario en Puebla, invitar a los empresarios a ser propositivos. Así es, en su ADN de la Revolución Institucional no está el ser reaccionario. El solamente estar atento a lo que hacen para después actuar en consecuencia no resuelve la situación propia ni del país. Nuestro país merece una oposición proactiva, propositiva, participativa, no esa que se sienta a ver en que se equivoca el gobierno, porque claro, es más fácil ser borracho que cantinero. Yo les diría a mis muchos amigos Panistas o Priistas (aunque cada día quedan menos) que como diría Oscar Chávez, en aquella canción denominada La Casita “No seas reaccionario, mejor hazte revolucionario, y que te bendiga Dios”. Hasta entonces.
COMENTARIO AL AIRE
Hablar mal de alguien, habla peor de quien lo expresa. Todos tenemos derecho a nuestra fama, dicho lo dicho, la difamación difama aun más al difamador que al difamado. La grilla envilece a la política aunque es parte de ella, el político que cae en ella se le nubla la vista y tiene pocas posibilidades de trascender, de ser parte del calendario patrio, algo a lo que muchos aspiran.