Viacrucis de Iztapalapa: tradición viva y Patrimonio Cultural Inmaterial de México

- Con casi dos siglos de historia, la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa no solo moviliza la fe de millones, también enriquece la identidad cultural de México y aspira a reconocimiento internacional.
ztapalapa, Ciudad de México.– Lo que comenzó como un acto de fe frente a una epidemia, hoy es uno de los eventos más emblemáticos del calendario religioso y cultural de México. El Viacrucis de Iztapalapa, representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, ha sido declarado recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de México, reconociendo su profundo valor histórico, social y espiritual.
La representación, organizada cada Semana Santa en el Cerro de la Estrella, nació en 1843 como una promesa colectiva. En aquel entonces, la comunidad de Iztapalapa enfrentaba la epidemia de cólera morbus, que azotaba sin tregua al país. Al disminuir los contagios, los habitantes prometieron representar anualmente la Pasión de Cristo como muestra de gratitud. Desde entonces, la tradición no solo se ha mantenido viva, sino que ha evolucionado en complejidad y realismo.
Cada año, más de dos mil actores voluntarios, todos habitantes de los ocho barrios históricos de Iztapalapa, participan en esta majestuosa escenificación que recorre cerca de 8 kilómetros. Uno de los momentos más impactantes es la crucifixión, en la que el actor que interpreta a Jesús carga una cruz de entre 90 y 110 kilos, otorgando una dimensión física al sacrificio representado.
La autenticidad, magnitud y arraigo social del Viacrucis llevaron en 2023 a su postulación ante la UNESCO, con el objetivo de ser incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este paso busca no solo proteger la tradición, sino también visibilizarla ante el mundo como un símbolo de resistencia comunitaria, identidad popular y espiritualidad colectiva.
Más allá de lo religioso, el Viacrucis de Iztapalapa es también una experiencia turística y cultural sin igual. Reúne a más de dos millones de visitantes cada año, entre locales y turistas nacionales e internacionales, quienes buscan ser parte de una manifestación donde el arte, la devoción y la historia se entrelazan. La derrama económica para la zona es significativa, y el evento se ha convertido en un motor de empleo temporal y promoción del patrimonio intangible de la Ciudad de México.
Hoy, a más de 180 años de su primera edición, el Viacrucis de Iztapalapa es más que un acto de fe: es una ceremonia comunitaria que revive la historia con realismo impresionante, en un entorno donde la tradición no solo sobrevive, sino que construye futuro.
Fuente: Animal político