Alessandra Rojo de la Vega de influencer a Alcaldesa de la Cuauhtémoc

Con unos 11,000 votos más que la contendiente de Morena, Caty Monreal, Alessandra recibió el 6 de junio la constancia de mayoría por el Instituto Electoral de la Ciudad de México. Sin embargo, a través de varios procesos e instancias, Monreal exigió el recuento total de votos y la anulación de la elección argumentando fraude, irregularidades y violencia política en razón de género. Finalmente, el 25 de septiembre, los magistrados electorales de la Sala Superior del Tribunal Electoral determinaron improcedente la impugnación de la morenista y ratificaron el triunfo de Alessandra.
Este 1 de octubre, luego de meses de una lucha que parecía interminable, rindió protesta como alcaldesa.

La Alessandra de hoy es muy distinta a la que seguíamos en redes sociales hace unos años. “Soy mamá de tres, dos niñas y un niño. Soy feminista, activista, tengo dos asociaciones, una para niñas y niños en riesgo de calle y ‘No es una, somos todas’ para asesoría legal y psicológica para las mujeres que viven violencia. Somos 2,000 mujeres aproximadamente en esta red. Soy empresaria y ahora alcaldesa electa con mucha ilusión y ganas de enseñar cómo se deben hacer las cosas de la mano de la gente. Debemos tener gobiernos cercanos, que escuchen, que cambien vidas y por eso estoy aquí. Soy una ciudadana que no tiene partido, a quien la oposición le dio la oportunidad de encabezar este proyecto y lo ganamos”.

Los últimos años, Alessandra ha abrazado la causa feminista por la historia de su amiga Ana Helena Saldaña, quien fue atacada con ácido y lleva más de 20 cirugías reconstructivas. “En aquel momento eran simples lesiones que no alcanzaban pena (…) Hicimos esa lucha y me abrió los ojos para nunca cerrarlos”.

Tras vivir este caso de cerca, Alessandra hizo conciencia de que ella misma era una víctima. “Crecí en una familia tradicional donde las mujeres tenemos que cuidarnos y estudiar algo de mujeres. Fui a escuela de puras niñas y no nos enseñaron a ser aliadas, nos enseñaron a competir, nos llenaron de estereotipos”. Fue hasta ese momento que notó que frases que escuchó en su casa, como ‘Tú tienes que ser bonita’, ‘Tienes que ser calladita’, ‘Compórtate’, no eran correctas y decidió romper con ellas, inclusive “con mi familia y lo que nos enseñaron. Mi papá me decía ‘Estudia Comunicación, no seas abogada porque es de hombres’ y acá es donde tenía que acabar, estaba escrito en mi destino”.

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