El misionero de Perú que se convirtió en Papa; él es León XIV

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  • En 2014, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, Perú, y en 2023 lo elevó al cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos.
  • Recuento de la elección del Papa

CIUDAD DEL VATICANO.– La historia de la Iglesia Católica entra en una nueva etapa con la elección de Robert Francis Prevost como sumo pontífice, marcando un gran anuncio, ya que es el primer estadounidense en asumir el papado. Con 69 años y una vida dedicada al servicio religioso, Prevost asume la silla de San Pedro tras el deceso del papa Francisco, un líder entrañable y profundamente querido por fieles de todo el mundo.

Luego de que la chimenea de la Capilla Sixtina emitiera su fumata blanca, señal inequívoca de que el Cónclave había elegido a un nuevo Papa, miles de fieles se congregaron a la espera de conocer el nombre del sucesor de Francisco. Así que una vez abriéndose las puertas, por primera vez en la historia del Vaticano, un estadounidense fue elegido como Papa, siendo este el cardenal Robert Francis Prevost quien adoptó el nombre de León XIV.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois, en una familia de profundas raíces católicas. Desde temprana edad mostró inquietudes vocacionales, influenciado por el ambiente espiritual de su comunidad. Ingresó a la Orden de San Agustín y fue ordenado sacerdote en 1982. Su camino eclesiástico lo llevó más allá de su país natal: fue misionero en Perú durante casi dos décadas, donde se consolidó como una figura de cercanía pastoral y compromiso social.

Su perfil misionero, su sólida formación teológica y su capacidad de liderazgo dentro de la orden agustina, de la cual fue prior general, le valieron un creciente reconocimiento en la Santa Sede. En 2014, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, Perú, y en 2023 lo elevó al cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los puestos más influyentes del Vaticano. Ese mismo año fue creado cardenal.

Ahora, como Papa León XIV, se enfrenta al reto de suceder a un papa que cambió el rostro de la Iglesia con su humildad, visión progresista y conexión con los más necesitados. Aunque su estilo es más reservado y metódico, el nuevo pontífice ha sido descrito como un puente entre el catolicismo tradicional y los desafíos contemporáneos, con una visión enfocada en la reforma eclesial, la descentralización del poder en Roma y el fortalecimiento de las iglesias locales.

El nuevo Papa hereda una Iglesia golpeada por escándalos de abuso, divisiones internas y el reto de conectar con las nuevas generaciones. Su experiencia multicultural y su paso por América Latina podrían ser claves para revitalizar la fe en regiones donde el catolicismo aún es fuerte, pero enfrenta crecientes desafíos.

Con su elección, la Iglesia envía un mensaje de renovación y apertura al mundo: la cúpula vaticana reconoce el papel creciente del catolicismo fuera de Europa, especialmente en América. En sus primeras palabras, Papa Robert I pidió unidad, oración y compromiso ante un mundo que “necesita más puentes y menos muros”.

No todo es una respuesta positiva, lo acusan de encubrimiento de pederastas en Argentina dentro de la iglesia católica

Resulta difícil de creer. En pleno siglo XXI, cuando las heridas de miles de víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros del clero aún supuran, la Iglesia Católica ha elevado al trono de Pedro a un hombre bajo la sombra del encubrimiento: Robert Francis Prevost, ahora Papa León XIV.

Sí, ese mismo nombre aparece en las denuncias presentadas por la Red de Sobrevivientes de Abusos por Sacerdotes (SNAP), la organización más antigua y activa de víctimas de abusos religiosos en el mundo. Apenas un mes antes de la muerte del Papa Francisco, el pasado 27 de marzo, SNAP le envió una carta advirtiéndole sobre seis cardenales que, en lugar de proteger a los más vulnerables, habrían optado por proteger a los agresores. Uno de ellos era Prevost.

Las acusaciones no son menores. Durante su paso por la Arquidiócesis de Chicago y la Diócesis de Chiclayo, en Perú, Prevost habría encubierto sistemáticamente a curas denunciados por abusos sexuales a menores. Nada de cooperación con la justicia, nada de apoyo a las víctimas. Solo silencio, traslados y omisiones.

El mundo esperaba una señal clara de ruptura con el pasado. En su lugar, ha recibido un mensaje escalofriante: el encubrimiento no solo no castiga, sino que puede ser premiado con la tiara papal.Por ahora habrá que esperar a develar si esto es verdad o es parte de un proceso que tendrá que aclarase.


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